Tras una semana, siete etapas, más de 400 km y muchos ratos para pensar, empiezo a sentir que se acerca el momento de cruzar a Tánger, además de desearlo.
No es que quiera precipitar los acontecimientos, pues estoy disfrutando cada segundo y cada metro, pero si tengo muchas ganas de llegar a una tierra que nunca he pisado, me puede el afán de descubrir, de conocer culturas nuevas y mezclarme con ellas.
Es un gran estímulo para seguir, además de los inputs que recibo a diario por los anfitriones solidarios, las personas que me acompañan, que me aconsejan y de alguna manera viajan conmigo simbólica o físicamente.
De ellos también estoy aprendiendo mucho, sobre el deporte, la solidaridad, los viajes, la vida.
En fin, el estrecho se divisa ya en mi cabeza, pero no hay prisa, puede esperar unos días pues mi corazón está feliz con todo lo que el camino presenta…y eso lo es todo por hoy!