Rabat – Buscando el mar, generosidad o egoísmo

Cruzar Rabat era cruzar la historia en su dimensión cosmopolita, un espacio urbano donde en cada rincón hay un arruga simulando un relato pasmoso que remonta los tiempos remotos,  cuando el ser humano sonreía sólo por sonreír.

En la kasbah oudaya se cobijaba un músico bohemio a quien le gustaba mucho la música y el sonido del mar, cada tarde montaba en su pequeña barca cruzando el rio Bou Regreg, que separa la ciudad de Rabat de la cuidad Sale,  en busca de nuevas composiciones y nuevas melodías. Una vez, mientras cruzaba el río remando, se encontró a una sirena desmayada flotando sobre el agua apaciguada, sus ojos eran abrumadores, de color marrón, su pelo dorado, liso y muy largo cubría su piel que era más blanca que la nieve.

El músico la cogió entre sus brazos y la llevó a su cobijo azul ubicado en la kasbah oudaya. La puso en su bañera y la llenó de agua para darle la sensación del mar. Con el tiempo decoraba la bañera con estrellas de mar de colorines, peces amarillas, rojas, azules, conchas…, la cuidaba sin descanso mientras ella sólo le contemplaba fijamente con sus hermosos ojos grandes. La sirena llenó su soledad y le ofreció compañía durante meses. Un día al llegar a casa no la encontraba, se enojó y salió corriendo por las calles de oudaya como un loco en busca de su rastro. Alcanzó una calle muy estrecha que daba directamente al mar,  donde percibió los ecos de su cola arrastrándose; corría detrás de su sonido que le llegaba al corazón pero no podía alcanzarla, saltó como un relámpago  en el agua y emprendió su regreso entre las olas mientras con su cola le saludaba y le agradecía el cuidado que le brindó.

Esta experiencia, después de que saliera de su duelo por la pérdida, le permitió componer una canción famosa que se tituló  “Sirena mía vuelve hacia mí”.  Abrió la ventana que daba al mar y cantó con su voz apasionante al mar inmenso mientras la sirena bailaba felizmente entre las olas sosegadas.

La niña terminó de contar el cuento al hombre de la bicicleta verde, otra vez en un sueño mientras dormía en la arena, al despertar observando las estrellas que brillaban llenando el espacio de plenitud, escuchó una voz que le decía: Tu fuerza hasta la próxima etapa será elegir lo que llevas en las alforjas de tu bici y lo que eliges dejas atrás: amor, libertad, necesidad, gratitud, dependencia, generosidad o egoísmo. Así el hombre de la bici verde quedó pensando…. ¿Cuándo amas a una sirena, puedes pedirle que viva sin mar?

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