Todo se consigue, quien sigue el camino llega, por fin nuestro anfitrión llega a la belleza profunda del pequeño atlas, al templo de paz, a la cuna de felicidad, a lo verde de la palmera, al rojo de la tierra al azul del cielo, al purpureo del agua juntar estos elementos nace la opera Gdourt.
La celebración no tenían ni comienzo ni fin, el hombre de la bicicleta verde ya está entre la alegría de los habitantes del pueblo-niños, niñas, hombres, mujeres, mayores, jóvenes, recibiendo el amor de la mirada y el olor de un verano espléndido para los paisanos del pueblo y para él.
Se acaba la fiesta y entra a un cobijo autóctono hecho de tierra, barro piedra y paja, reposa de la hazaña llevada a cabo, aprovecha que no hay nadie para adentrarse enel palmeral y sentado en una roca más alta, rodeado del murmuro de las hojas de las palmeras mecidas con el viento, y escuchando a lo lejos todavía los tambores y las risas de los más pequeños, contempla en calma y plenitud el atardecer más rojizo, intenso y fresco de toda su vida, con un halo de mágica calma de serenidad y satisfacción del día terminado, del reto conseguido, y con una pequeña nostalgia de que quizá no vuelva a ver este niño/a que nunca descubrió si era real o imaginario, si era masculino o femenina, lo que si sabía con certeza es que le había acompañado durante todo su camino, que le había dado en cada etapa el aliento y el mensaje justo que necesitaba en ese momento….. y de repente fue consciente…..frente a él los encontró a los dos, que se miraban entre si y lo miraban a él, y al cogerse de la mano se fusionaron en uno solo, que fue creciendo de forma que era como tener un espejo frente a él, en el regazo del silencio una lágrima de emoción recorrió su mejilla, como el que encuentra a alguien que hace mucho tiempo que no veía y con el que está tremendamente unido y descubrió que el niño que ahora había crecido era su niño interior, se trataba de su anima y animus, su parte femenina y su parte masculina.
Ahora el hombre de la bicicleta verde es hombre y mujer a la vez y prende el viaje de la vuelta a su tierra natal mucho más cerca de su ser, habiendo descubriendo su esencia, su parte oscura y clara, masculina y femenina, optimista y pesimista… esa esencia que es completa cuando reconoces que todo forma parte de ti y por supuesto el hombre de la bicicleta por fin supo quién era, fue entonces cuando Marco emprendió el viaje de regreso a casa.
Tras este viaje Marco no era solo él, era el niño, la niña, los pescadores que encontró, los anfitriones que le habían ido alojando, los mercaderes y todos los pájaros que le acompañaban por el camino, parte del Mar que durante todo el recorrido le iba refrescando, con un corazón más grande y con su sonrisa eterna, siguió planeando nuevos retos….