Ayer tuve dos momentos, dos anécdotas, que me hicieron reflexionar sobre lo fácil que pueden ser las cosas muchas veces. Un niño de 10 años me enseñó cómo se puede ganar una partida de ajedrez con tres movimientos súper sencillos. Y una pequeña búsqueda de pocos minutos resultó suficiente para poder acercarme a la alcaldesa de un pueblo archiconocido y hacerme un par de fotos con ella. De allí saque la conclusión que muchas veces nos complicamos demasiado la vida, hacemos difícil lo más sencillo, y ahora que estoy mentalizado con el viaje a Gdourt, este pensamiento lo he llevado en mi cabeza al proyecto Escuela Humana.
La ecuación que ha aparecido mi mente es muy sencilla; ellos necesitan apoyo y nosotros vamos y se lo proporcionamos. Y cuando digo nosotros os incluyo amigos que estáis leyendo el blog porque nuestro esfuerzo sería en balde si no tuviéramos vuestra participación tanto social como económica.
Como en todo proyecto hay quien puede estar más presente físicamente, activamente, y quien trabaja “entre bastidores”, desde casa, pero me estoy dando cuenta que todos los anillos de la cadena tienen la misma importancia.
¿Cómo es de fácil para ti sentarte y tomarte un helado? ¿O tomar unas tapas en una terracita? ¿Cómo sería si un día de estos decides no hacerlo y dedicarlo a otra cosa? ¿Fácil verdad? Pues tan fácil cómo decidir entrar en la web y donarlo para la escuela, cinco euros no parecen nada, aunque muchas pequeñas cosas fáciles son las que harán posible este proyecto. Un abrazo a todos y muchas gracias.